sábado, 31 de mayo de 2014

AGUA Y JABÓN

Dedicado a mi tía Mila, ausente de sí misma

Agua y jabón, solo eso recuerda,
“para estar tan guapa”.
Agua y jabón, mientras vela a su esposo,
de madrugada.
Agua y jabón, y un buen tazón de leche,
por la mañana.
Agua y jabón, de aquella noche,
desesperada.
Agua y jabón, sin la bondad del alma,
de quien marchaba:
compañero de vida y de palabras
Pepe Cabañero,
que ya nos falta.

© José García

domingo, 18 de mayo de 2014

LATIGAZOS

Todavía sangra mi espalda por las imágenes en las que unas pobres mujeres de Sudán, recibían (con escarnio público) varios latigazos, por el ‘alevoso’ crimen de ponerse unos pantalones que ‘su’ religión y costumbres no admiten.
  Todavía me duele el corazón, por conocer la noticia de esa mujer embarazada, también de Sudán,  que ha sido condenada a la horca por casarse con un cristiano, algo que no se admite: las mujeres musulmanas no están autorizadas a casarse con hombres no musulmanes y tales matrimonios son considerados inválidos. Por ello, además de la pena de muerte, sufrirá castigos (el látigo) mientras se ejecuta la sentencia.
  Y está el secuestro y violación de esas niñas de Nigeria, a manos del fanático islamista Boko Haram, que ha conmocionado a medio mundo, ese medio mundo que se dice civilizado pero que, enseguida, mirará hacia otro lado, como hace (hacemos) frente a todo tipo de abusos contra los derechos humanos, especialmente de las mujeres, en todo el planeta.
  Y qué curiosa es la historia de las costumbres y las leyes, religiosas o no, de la mayoría de países del llamado tercer mundo, que castigan y condenan a las mujeres con dureza, mientras que son complacientes con los hombres: la mujer violada es adúltera, la mujer maltratada es merecedora de ello, la mujer enamorada es culpable, la mujer que se viste con pantalones atenta contra las costumbres, la mujer que se quita el velo es una delincuente…
  La mujer en la plaza, con la espalda cubierta y tapada con un velo, pero rota de dolor y sangrando por el látigo de unos rufianes que en el reino animal serían pura escoria, porque en la selva no se escudarían en la ley, ni en la religión, ni en las costumbres, para humillar, violentar y someter a quienes sólo han cometido el delito de vivir en un mundo de intereses bastardos, creencias y tradiciones que pretenden que perviva el dominio de unos seres humanos sobre otros.
  Yo sólo espero que algún día se haga justicia y la mujer, en nombre de todos los oprimidos de la tierra, devuelva los golpes recibidos y sujete con firmeza el látigo de la verdad, para destapar las vergüenzas de un mundo cruel que ampara a quienes cometen estas villanías. © José García

lunes, 5 de mayo de 2014

EL JUEGO

Los juegos, todos los juegos de azar, con cierta moderación, no acarrean problemas a quienes lo practican. Claro, que hay jugadores compulsivos, enfermos, que necesitan atención psicológica y la comprensión de sus vecinos y amigos. Hay familias que sufren los avatares y las calamidades de vivir con un ludópata, un adicto al juego, capaz de jugarse lo que tiene y lo que no, en una timba, una máquina o un casino...
Pero sin llegar a esos extremos, un español medio suele comprar varias papeletas de sorteos que vende cualquier asociación, participaciones y décimos de lotería, cupones de la ONCE o de los ‘hermanos calabreses’, rifas de viajes de estudio, boletos de primitiva o bono loto y quinielas. Algún que otro día jugamos al bingo o nos sentamos en una mesa de julepe con los amigos, las tragaperras nos llaman con sus músicas atractivas y alguna vez al año visitamos un casino. En fin, que jugamos, jugamos para conseguir un perrito piloto, o una muñeca chochona, que eso si que tiene narices.
La propaganda oficial dice que España va bien, pero si jugamos tanto, seguro que no es porque nos sobra el dinero y no sabemos qué hacer con él…  © JOSÉ GARCÍA