Hoy quiero hablar de la deriva irracional
e indecente de nuestro mundo y para ello recuerdo la tesis de un artículo que
escribí y publiqué hace más de un año, hablando de Buenos y malos, en el que
decía que el problema de esta época no está en los Trump de turno, en esos que
transmiten una ideología de extrema derecha, machista, homófoba, racista y
xenófoba, convencidos de ello.
El problema no está en estos
miserables, por muy poderosos que sean.
El problema de este tiempo está
en nuestras calles, en la barra de los bares que visitamos, en las escaleras de
nuestros edificios, en las cenas familiares en las que amigos y cuñados
comparten esos pensamientos mezquinos y simplistas que culpan de todos los
males al otro, al diferente.
El problema lo vivimos en
nuestras fronteras interiores, con nuestros propios vecinos, esos “que han
comprado” en el mercadillo de la ignominia esas ideas bastardas, seguros
de haber encontrado la piedra filosofal, la solución a todos los problemas, cuando lo que realmente han adquirido es una
ideología miserable e inhumana que distingue entre buenos y malos en función
del lugar en el que han nacido, su inclinación sexual, su raza y, más que eso, según
el dinero que posean para comprar voluntades. © José García