lunes, 5 de mayo de 2014

EL JUEGO

Los juegos, todos los juegos de azar, con cierta moderación, no acarrean problemas a quienes lo practican. Claro, que hay jugadores compulsivos, enfermos, que necesitan atención psicológica y la comprensión de sus vecinos y amigos. Hay familias que sufren los avatares y las calamidades de vivir con un ludópata, un adicto al juego, capaz de jugarse lo que tiene y lo que no, en una timba, una máquina o un casino...
Pero sin llegar a esos extremos, un español medio suele comprar varias papeletas de sorteos que vende cualquier asociación, participaciones y décimos de lotería, cupones de la ONCE o de los ‘hermanos calabreses’, rifas de viajes de estudio, boletos de primitiva o bono loto y quinielas. Algún que otro día jugamos al bingo o nos sentamos en una mesa de julepe con los amigos, las tragaperras nos llaman con sus músicas atractivas y alguna vez al año visitamos un casino. En fin, que jugamos, jugamos para conseguir un perrito piloto, o una muñeca chochona, que eso si que tiene narices.
La propaganda oficial dice que España va bien, pero si jugamos tanto, seguro que no es porque nos sobra el dinero y no sabemos qué hacer con él…  © JOSÉ GARCÍA

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