Estamos empezando a sufrir,
padecer el llamado síndrome de Estocolmo, según el cual, las víctimas
desarrollan una relación de complicidad, incluso de afecto, por quienes les han
secuestrado y les mantienen retenidos contra su voluntad.
Y eso nos pasa a los ciudadanos
españoles a los que, tras secuestrar nuestra inteligencia colectiva,
haciéndonos creer que la culpa de todos los males era nuestra, nos prometen
sacarnos del infierno de la crisis total, dejándonos las migajas de una ‘recuperación’
económica que sólo ha permitido, desde el principio, el aumento considerable de
la riqueza de los más poderosos.
Sufrimos el síndrome de Estocolmo
porque quienes nos han secuestrado el presente y el futuro, nos han convencido
de que nuestro sufrimiento era compartido por ellos y que es normal que nos
resulte difícil, y hasta imposible, acceder a los productos de primera
necesidad, mientras se incrementa el consumo de los artículos de lujo.
Ya va siendo hora de que los ciudadanos
presentemos batalla y no nos dejemos llevar al matadero como esos pobres
rehenes a los que les hacen leer unas frases, que no comparten, antes de
cortarles la cabeza.
Ya va siendo hora de que
recuperemos parte de la vida que nos ha sido arrebatada, negándonos a apoyar a
los secuestradores de nuestro futuro. Y, si perdemos la cabeza, que al menos
sea con dignidad.
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