Indecisos, vacilantes, no
decididos…, esos son los hombres y las mujeres de este siglo, porque de ellos
depende (¡qué paradoja!) el futuro de un pueblo, una comunidad o un país.
Y es que,
según cuentan los que saben de esto, los indecisos darán la badila de mando a quienes
nos han de gobernar en España y el extrarradio.
Esas gentes
que no lo tienen claro y que, según el pie con el que se levanten ese día,
harán una cosa u otra, optarán por una opción o por otra…, esas gentes que, a
cien metros de la urna, pueden cambiar de opinión dos o tres veces, esas gentes
serán las que decidan quiénes serán nuestros próximos gobernantes.
Es
conveniente, creo yo, dudar. Pero una cosa es dudar y otra titubear cada vez
que escuchamos las palabras, los argumentos o la propaganda de los políticos;
tener una opinión y la contraria en la misma frase.
Nadie está en
posesión de la verdad, ni siquiera hay verdades absolutas, pero tener un cierto
criterio y mantenerlo hasta darnos cuenta de que nos hemos equivocado, creía yo
que era algo natural y hasta positivo, para progresar como persona.
Pero no.
Ahora resulta
que quienes no tienen criterio, los que no saben todavía, los que sólo se
decidirán a última hora y ni siquiera entonces, son los hombres y las mujeres del
futuro.
El futuro es
de los indecisos, no me cabe la menor duda (o sí). © JOSÉ GARCÍA GONZÁLEZ
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