Aunque hay quien sostiene que no
se trata de ‘gota’ sino de ‘bota’, como instrumento de tortura malaya, queda
asimilado y entendido el término como ‘gota a gota’ que se deja caer “a un
ritmo continuado, que provoca la locura o erosiona el hueso del cráneo, hasta
producir la muerte”. O, lo que es lo mismo, algo que va calando poco a poco,
puede producir una gran erosión.
Y sea gota malaya o gota a gota, desde hace un tiempo nos están
torturando a todos para vencer nuestra voluntad, quebrar nuestra inteligencia y
convertirnos en sumisos y obedientes ciudadanos capaces de conformarnos con las
migajas que van dejando en nuestro camino.
Empezaron diciendo que la crisis
(que nosotros no habíamos provocado) era mundial y que las consecuencias serían
muy duras para todos, que ya no era sostenible el estado del bienestar, y gota
a gota han ido machacando nuestro entendimiento: no hay dinero para sanidad,
educación, cultura, servicios sociales…, y nos parece razonable que sí lo haya
(saldrá de nuestro esfuerzo) para salvar a los banqueros y las grandes empresas
(que siguen ganando lo mismo o más), mientras nos piden moderación salarial y
que demos gracias por tener trabajo precario, aunque con el mismo no tengamos
ni para pagar la luz y la hipoteca de nuestras casas.
Gota a gota están minando nuestro
carácter, convirtiéndonos en plácidos juguetes, al servicio del sistema.
Gota a gota nos están sangrando, y
la llaga cada vez es mayor porque nos limitamos a lamer esa herida, sin aplicar
puntos de sutura.
Gota a gota nos están
envileciendo, porque permitimos que nos roben el futuro de nuestros hijos sin
plantar cara.
Gota a gota seguirán
convenciéndonos de que nos roban por nuestro bien, y nos quitan libertades y
derechos para garantizarnos la paz social…
Gota a gota…
¡Y ya va siendo hora de que
cerremos el grifo!
© José García
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