miércoles, 23 de abril de 2014

GILIPOLLAS

Hoy rescato un artículo publicado en julio de 2003, a raíz de unas noticias que no tenían desperdicio y que siguen produciéndose cada dos por tres, protagonizadas por los yanquis

Los yanquis son capaces de lo mejor y de lo peor, he de reconocer que los amos del mundo mundial no se encuentran entre mis pueblos preferidos, realmente no les tengo mucha simpatía por su prepotencia y maneras de ir como elefantes por cacharrería por todos los pueblos del Planeta, imponiendo sus costumbres y maneras, avasallando con su poderío económico y comercial. Y eso que hoy no quiero hablar de su política, ni de su fuerza militar, hoy quiero hablar de los norteamericanos que no saben que hacer con su dinero. Hoy quiero hablar de esos gilipollas que se aburren, después de consultar los índices bursátiles y dedican grandes cantidades de dinero a hacer el lila, denigrando la razón y el sentido común.
            Qué decir de ese tonto del culo que en una subasta de esas que montan cada dos por tres, ha comprado unos calzoncillos usados de Kennedy, el Presidente JFK, por unos seis mil euros. Y no quiero hacer demagogia hablando del hambre del mundo, sé que no se da de comer a los millones de hambrientos con unos miles de euros, pero con ese dinero, si es que a este mastuerzo le sobra de verdad, se podría salvar la vida de muchos niños del tercer mundo. Pero qué humanidad, qué sensibilidad se puede pedir a este cabrito, a este idiota que en este momento estará olisqueando, con veneración, los restos del famoso culo presidencial.
            Y  en Nevada, unos avispados empresarios que debían estar en la cárcel, han inventado un nuevo juego para yupis, se trata de realizar batidas de mujeres desnudas con balas de pintura. O sea, que estos salvajes se disfrazan de cazadores, y mientras cuentan chistes verdes, persiguen a unas mujeres desnudas para ensuciarlas con esas balas de pintura, y todo por el módico precio de diez mil euros, de los que las pobres mujeres abatidas y humilladas se llevan unos mil, y las que consiguen escapar, dos mil quinientos.
            Claro, que a mí, que no me van las lindezas y menos con estos bárbaros, me parece que si hubiese justicia en el mundo, que no la hay, los empresarios y participantes de esta locura, debían  ser obligados a participar como presas desnudas, frente a cazadores de dos metros con cañas rajadas en la mano, para metérselas por el mismísimo, a estos gilipollas tontos del culo.  
             ¡Sin comentarios! © JOSÉ GARCÍA   

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